Un pitbull en la familia

Cada día veo casos de perros de presa que han sido creados por el hombre, y despreciados a la vez. El ser humano ha hecho cruces de animales hasta conseguir especies de perros y gatos para el fín que más le convenía. Y luego se ha dedicado a machacarlos precisamente por tener las características que un día buscó en ellos.

Hoy quiero romper una lanza a favor de los pitbull.

Comparto mi vida, mi casa, mi sillón y hasta mi cama con un precioso ejemplar de esta raza. Y cada día conozco un caso nuevo de estos perros que es abandonado, torturado, mutilado... sólo porque pertenece a una raza determinada. No quiero hacer un alegato en contra o a favor de las razas o los chuchos. Sólo quiero contar cómo es un pit.

Jack es un perro simpatiquísimo, que quiere a todo el mundo: personas, animales... él no entiende de razas, sexos, edades ni tamaños... Es tan cariñoso, que se convierte en pesado. Sólo quiere jugar, correr, lamernos... Jamás nos ha demostrado esa “agresividad” que dicen que tienen estos perros. Pero sí la nobleza que todos los perros tienen en su corazón. A veces es un trasto, rompe cosas, y nos enfadamos. Pero enseguida nos perdona. Y digo NOS perdona, porque nosotros, al final, no tenemos nada que perdonarle a él...

He hecho un curso de adiestramiento (siempre con refuerzos positivos, por favor!!!) y he aprendido a controlarle un poco, porque tengo que reconocer, que es un pelín bruto... pero si algo he conseguido, es quererlo más todavía.

Quiero dar un consejo: si puedes, y quieres, dale una oportunidad a un pitbull. No te vas a arrepentir. Te va a querer y te va a agradecer ese voto de confianza que la gente les niega. Y si es muy bruto, si rompe cosas, o mordisquea algo... acabará perdonándote!!!

Esther Ortega