domingo, 17 de julio de 2011

La culpa es de mis padres I. Historia de Tropi

Siempre he querido un perro, siempre.

Mis padres, que supongo que intuían la responsabilidad enorme que eso supone, nunca me lo permitieron, yo era una niña, no tenía recursos económicos y tampoco tenía la madurez necesaria. Así que de nada servían las cartas a los reyes magos, mis súplicas en los cumpleaños, mis peticiones al ratoncito pérez...

Ahora es diferente, he adoptado dos perros, mi madre siempre dice que estoy realmente loca, que tengo la casa llena de gatos y de perros, yo siempre digo que es su culpa, por no haberme dejado tener animales de niña, ahora no puedo evitar tener una familia amplia y preciosa, llena de animales recogidos o adoptados.

Pero no nos liemos con temas personales, vayamos al grano.

Yo, con mi limitada experiencia en esto de tener perro, voy a escribir una nota, una nota sobre los perros y las terapias, y voy derruir algunos muros absurdos sobre cuentos chinos que la gente utiliza para convencerse de cosas que desde luego, no son como creen.

Mi primer perro y gran reto ha sido una perra tímida, jóven y alocada. Mi primer perro fué atropellado en la A5 por un todoterreno que desde luego no paró a socorrerla, afortunadamente dos pesos pesados de proa lo vieron todo y la auxiliaron, me contaron que si cierran los ojos y piensan en ello aún pueden oir el sonido del cuerpo de mi perra contra el metal del coche. La llevaron urgentemente a un veterinario 24 horas, iba inconsciente, en varias ocasiones pensaron que estaba muerta y que no respiraba. Para gran sorpresa de todos, la perra sólo sufrió diversas contusiones y un shock. Yo siempre he dicho que es una superperra, tiene superpoderes, no sé cuantos perros conocéis capaces de desafiar un todoterreno, es una inconsciente, un poco Scrappy doo.



Como yo siempre habiá querido tener un perro y jamás había tenido las condiciones necesarias, decidí que las circunstancias se construyen a base de voluntad y deseo, y yo quería probar a acoger a esa perra.  Así fué como la conocí. La trajeron de la clínica, apenas le quedaba un rasguño en la barbilla y miedo, mucho miedo, yo no creo que el miedo fuera como consecuencia del accidente, sino producto de su vida de perro sin familia, supongo que no había tenido buenas experiencias con humanos. Recuerdo mi frustración cuando ella trataba de huir de mí, trataba de liberarse de su arnés rojo como si no hubiera un mañana, como si yo fuera un monstruo que quería devorarla.

Con mucha paciencia y mucho amor, conseguimos ir rompiendo esas barreras, la verdad es que fué una cosa mucho más sencilla de lo que a mí me pareció, ella sencillamente nunca había tenido una casa, no sabía lo que era eso, no sabía lo que era un besito, no sabía lo que era jugar, no sabía que yo no quería hacerla nada malo. Recuerdo unos comienzos marcados por pises y cacas, ella era un perro acostumbrado a no tener normas ni horarios, y no entendía de lugares apropiados o inapropiados. En mi inexperiencia la regañaba y me enfadaba con ella para hacerla ver que eso estaba mal hecho, hasta que alguien me aconsejó que no le diera importancia a cuando lo hacía mal, sino a cuando lo hacía bien, que cuando lo hiciera mal no regañara, ignorara al perro, y sobre todo que premiara mucho muchisimo un buen comportamiento en ese sentido. Debo decir que ésta táctica me dió buenos resultados enseguida a pesar de mis reticencias iniciales.

Cuando aún nos estábamos aclimatando y nuestra bonita relación llevaba ya unos 10 meses de vida, entraron muchos perros procedentes de un desalojo. En seguida me llamó la atención una perrita, una perrita con ojos cansados, pero eso es otra historia que ya procederemos a contar en otro post.

Voy a resumir un poco que si no no terminamos nunca.

Ahora acojo perros tímidos, perros con los que trabajar. Pero yo apenas les ayudo, sabéis quienes son las terapeutas? mis pequeñas perras, las perras más confiadas, juguetonas y felices del mundo. Ellas enseñan a otros perros que pueden fiarse de mí, que no quiero hacerles daño.

Y ahora viene mi opinión frente a esos estúpidos prejuicios que tiene mucha gente:

- Un perro adulto puede entrar a formar parte de tu familia con la misma intensidad a niveles afectivos como un perro que lleve contigo desde sus primeros días.

- Un perro tímido no significa que sea tímido toda su vida, quizás sólo necesita un poco de ayuda.

- Cuando un perro comienza a tener comportamientos malos en casa, es IMPRESCINDIBLE, buscar ayuda en un profesional para que nos enseñe cómo corregir éstos hábitos de nuestros perros, el problema, no son ellos, muchas veces el problema somos nosotros mismos y nuestra falta de experiencia o de entendimiento del lenguaje canino.

Continuará...

Evil Raccoon

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