martes, 26 de julio de 2011

Mi familia (Historia de Thor, antes Mesti)

De pequeña no me dejaron tener animales en casa, a mi madre no le gustaban, entonces le prometí que cuando fuera mayor tendría yo para que ella no viniera a verme. Con el paso del tiempo los he tenido, y ahora entiendo la gran responsabilidad que ello conlleva. 

Hace años mi marido se paro frente a una tienda e insistió para que me asomara, yo jamás lo hacía, me da muchísima pena verlos enjaulados, pero me acerqué y le ví, ví al que sería mi primer hijo, porque como me dijo una mujer estupenda hace poco, una madre no es la que pare, sino la que cría y cuida.

Me enamoré de esa cara de pena y le saque de allí y vino a formar parte de mi familia. No os imagináis lo que me ayudo personalmente este animal, me obligo a salir de casa, a ocupar mi mente, me ayudo a superar muchas cosas. 



Por suerte entré en contacto con dos amigos pertenecientes a PROA que me enseñaron la realidad de muchos animales, y no es que me arrepintiera de comprar a mi primer hijo, vete a saber qué vida le hubiera esperado, pero a raíz de ello, sé que jamás volveré a hacerlo.

Me enteré por ellos del caso del desalojo del criadero ilegal, me partió el alma saber que esas cosas eran tan reales……y entonces decidí que era hora de que mi hijo tuviera un hermano, y de que uno de esos pobres tuviera una mejor vida. Así que fuimos a adoptar a un nuevo miembro en mi familia. 

Probamos con varios, puesto que yo ya tenía un hijo y era un cachorro muy revoltoso, así que el nuevo miembro tenía que tener mucha paciencia…. Y entonces salió todo tranquilo, fatigado como el que ha llevado la más horrible de las vidas, pero era el único que tuvo paciencia con mi loco bebe. Así que ese pequeño peludito con pelaje anaranjado, cara fatigada y cieguito de un ojo, paso a formar parte de mi familia. 



Estaba ansiosa porque llegara a casa quería compensar todos esos años que un desgraciado no había sabido cuidarlo. Cuando llego no se sentaba, no se tumbaba, no se movía, los días siguientes fueron muy duros, ver como mi hijo no sabía subir ni bajar escaleras, como le daba miedo el ruido de los coches, no sabía jugar……. Estaba raro, incomodo, se peleaba con su hermano, queríamos ayudarle. Pedimos consejo en PROA nos atendieron muy bien, nos dieron consejos, y poco a poco mi hijo empezó a levantar la cola, a sentirse cómodo, a jugar con su hermano y conmigo, a tener horarios para sus necesidades, para sus comidas…….empezó a ser un perro feliz. 



Cada vez que le miro me siento tan orgullosa de él, de superarlo todo a pesar de las heridas que tiene y ser lo que es hoy, un hijo maravilloso, un compañero fiel, agradecido, protector, cariñoso. Siempre estaré en deuda con PROA por haberlo traído a mi vida y haberme ayudado con él. Gracias. 


Anghara

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